Por Anaité Galeotti
Mucho se habla y se especula sobre el arte maya, pero siempre que se hace pareciera que nos referimos al arte de los mayas del período Clásico. Nunca nos imaginamos a los mayas vivos HACIENDO ARTE. A ese arte le llamamos artesanías, artistas primitivistas o naif, o bien fabricantes de objetos folclóricos...Nunca podemos ver en las venas artísticas del Otro a un creador, pese a la miseria, al abandono, al analfabetismo, a la falta de salud y de oportunidades. Siempre les quitamos su lugar dentro del quehacer artístico nacional.
Y es hasta que nace un Lisandro Guarcax que nos asombramos, que nos quedamos mudos, que andamos revisándole si han copiado los trajes del folclor azteca visto en el cine mexicano, si imita a otros grupos folclóricos, si copia los pasos, los sonidos, los ritmos. Y cuando no encontramos con quiénes compararlos, somos muy mezquinos con las alabanzas y no digamos con los estímulos. Nos cuesta creer que una familia, que un grupo de jóvenes, a pesar de tener que luchar para su propia sobrevivencia como lo hacemos todos los guatemaltecos trabajadores y decentes, fuesen capaces de remontarse sobre las necesidades y creasen un grupo de Artistas con mayúscula como el Grupo Sotz’il. Y sobre todo, que el creador de tanto arte (música, danza, atuendos, coreografías) fuese un sencillo hombre de Sololá, como alguien lo describió con profundo desprecio. Maestro de corazón, maestro de niños y de jóvenes, ejemplo a imitar, creador e investigador de vocación, que no necesitó de licenciaturas o maestrías corruptas para destacar, Artista en todo el amplio sentido de la palabra, que ha generado un fuerte movimiento integrador de jóvenes mayas y ladinos. Y que tuvo un eco profundo en las montañas y el lago de Atitlán el pasado Oxlajuj Tz’i’, en donde participaron miles de mayas y ladinos que aman el arte, la música y todas las expresiones artísticas.
De la misma manera, otro maya sensitivo también, Everardo Chuc, desde la estructura formada a base de puro esfuerzo y trabajo organizativo de Timach y ¡por fin!, con el apoyo del evasivo e intangible Ministerio de Cultura y Deportes, convoca a los artistas mayas para una exposición nacional, los días 25, 26, 27 y 28 de noviembre.
Y en tal sentido ambas actividades, tanto la del festival tucorazonflorece en ciudad capital, el domingo Jun K’at 17 de octubre, como la de la Exposición Nacional de Arte Indígena, nos van a dar –una vez más- una muestra de un pueblo maya que produce arte, armonía y belleza. Que los artistas mayas no son solamente los que florecieron en el Clásico, que son también los de ahora, aunque en su cotidianidad sean agricultores, trabajadores de maquila, maestros, tejedoras, alfareros, constructores o las miles de ocupaciones en que trabajan y sostienen este espacio llamado Guatemala para que no se desintegre de una vez. Porque el 99 por ciento de los artistas mayas tienen que trabajar para poder sacar recursos económicos y tiempo para hacer su arte.
Que los artistas mayas están vivos se podrá comprobar a través de la pintura, la escultura, la música, el teatro, la danza y las artes como el tejido y la alfarería que se expondrán en noviembre. Que Lisandro Guarcax no ha muerto, y es más, no morirá jamás, es un hecho. Porque ahora no podrán matar su legado, su memoria y su historia. Más bien renacerá en el corazón de cada joven maya, ladino, garífuna y xinca que la conozca. Posdata: ¿Quieren escuchar buen rock en k’iche', k’aqchikel, sakapulteko y noruego? No falten al Parque Central el domingo 17 de octubre desde las 9:00 a.m. También habrá rock en el idioma de la minoría ladina. No falten.
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