jueves, 16 de diciembre de 2010

Academia y justicia

Por Frank La Rue Lewy


Esta semana han ocurrido dos eventos distintos, pero que nos hacen reflexionar sobre los sectores que marcan la dinámica nacional. Por un lado el asesinato de Emilia Quan, investigadora de Cedfog en Huehuetenango, y el otro, el nombramiento de Claudia Paz y Paz como Fiscal General de la República.

 

No tuve el gusto de conocer personalmente a Emilia, pero los amigos y colegas de Cedfog, donde laboraba como investigadora, así como en la Fundación Mack, con quienes trabajó anteriormente, me cuentan que fue una persona maravillosa, con un alto nivel académico, pero especialmente con un gran entusiasmo, entrega y compromiso con el pueblo de Guatemala; trabajadora incansable que contagiaba ánimo y alegría con quienes trabajaba.
Este ataque siega la vida a una mujer y socióloga de 33 años, con muchos años por delante de trabajo académico para el beneficio de Guatemala. Cabe preguntarse si en este país convulsionado con un Estado débil que no logra frenar el avance del crimen organizado, los académicos correrán más riesgo. La experiencia del norte de México nos demuestra que tanto académicos como periodistas y defensores de Derechos Humanos sufren los embates de la violencia generalizada ante un Estado que no es capaz de detenerlo, sino que además está siendo infiltrado en muchas de las instituciones por los aparatos clandestinos que las debilita como un cáncer creciente.
También el sector de artistas y creadores ha sido duramente golpeado, como el secuestro y asesinato de Lisandro Guarcax, hace unos meses, en Sololá, y hace dos semanas el asesinato de Boris Juárez, cineasta que participó en la producción de la película La Vaca.
Uno de los problemas fundamentales de un Estado débil es permitir la impunidad de todos estos hechos de violencia, haciéndonos recordar que la impunidad genera siempre más violencia.
El asesinato de Emilia no puede quedar impune, para honrar su memoria y por las comunidades a las que ella se dedicaba y por el futuro del país en general.
En contraste, tenemos la buena noticia del nombramiento de Claudia Paz y Paz como fiscal general, que no solo garantiza un alto nivel académico y profesionalidad en el desempeño de dicho cargo, sino que, especialmente, una posición de honestidad con el mandato de la Fiscalía General y del MP, desde una perspectiva del ejercicio de los derechos y priorizando, tal y como ella lo ha dicho, la atención a las víctimas.
Será una tarea difícil reencauzar al MP, pero con Claudia Paz y Paz tenemos la garantía de contar con una persona incorruptible, imposible de influenciar por el crimen organizado o los poderes paralelos. La primera tarea para un Fiscal es reorganizar al personal del MP, buscar su calificación profesional y garantizar la transparencia de los procesos. Por supuesto, confiamos en que la nueva Fiscal consolidará la relación y coordinación con la Cicig, pues una prioridad para romper la impunidad es investigar a los aparatos clandestinos que operan en el interior del Estado y a los cuerpos ilegales privados. Ningún caso debe quedar sin investigar, y no se debe hacer excepción alguna en cuanto a funcionarios públicos de cualquier periodo. La misión de Claudia conlleva graves peligros, por lo que debe contar con el total apoyo de las instituciones del Estado, de quienes formamos la Sociedad Civil y de la Comunidad Internacional.

 

 

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