domingo, 26 de junio de 2011

Lajuj ik' ruk'in asaqil... 10 Lunas con tu Luz


Ri k'utunïk k'atzinel richin man nikam ta...





Enseñar es un ejercicio de inmortalidad...




JUN B’ATZ, JUN CH’OWEN Y JÄL B’ALAM
FUERON MAESTROS Y ARTISTAS

Querido Lisandro: hijo nuestro, gran artista y profesor,
en el “Día del Maestro” nos trae gratos recuerdos tuyos
tu sonrisa con los niños, niñas y jóvenes de la escuela,
tu talento de investigador y educador, tu música, tu danza.

Ahora que has retornado al seno de nuestra madre,
madre tierra, junto a los sabios abuelos nuestros,
tu ejemplo de lucha, tus conocimientos y sabiduría
hoy día son enseñanzas de las nuevas generaciones.

Moras ahora en la alta dimensión de los sabios abuelos,
guía desde allí el destino de nuestro pueblo en su caminar,
en la lucha por el reconocimiento cultural que anhelamos,
la música del tun, del pito y la marimba ¡nadie la podrá callar!

Tú como maestro nos enseñaste: que el arte no es un folklore,
sino conocimiento, sabiduría y vivencia milenaria ancestral,
que la espiritualidad es el centro y esencia del arte y la vida,
que la música y la danza son medios para el desarrollo cultural.

Seguirá retumbado el Tunkul y el Xul kej en lo alto del Pixa’ ab’äj
la “Piedra de los Consejos”, testigo vivo de la historia Kaqchikel.
Jäl B’aläm es tu nombre Maya, prevalecerá hoy y siempre
en el corazón de los valerosos jóvenes del Grupo Sotz’il.

¡Por el derecho a la vida, la cultura y la libre expresión a través del arte!

Isabel y Anastasio (madre y padre de Lisandro)

martes, 14 de junio de 2011

Estos son Sotz’il Jay

Por María José Prado (foto Édgar René Sáenz)
Prensa Libre, Revista D, 12 de junio de 2011

Este grupo de jóvenes kaqchikeles trabaja por la difusión, formación y fomento de sus tradiciones a través de música, danza y teatro mayas.

Hace 10 años, más o menos, un grupo de jóvenes kaqchikeles, oriundos de la aldea El Tablón, Sololá, que deseaban conocer más acerca de sus raíces, empezaron a realizar varias actividades culturales, sociales, deportivas y también espirituales, siempre dentro de su contexto maya-kaqchikel.
Sin embargo, llegó un momento en que vieron la necesidad de enfocarse en un área específica, y decidieron explorar, ante todo, la música y la danza ancestrales. “En ese momento empezamos a investigar mucho, porque no sabíamos nada”, comenta Daniel Fernando Guarcax, uno de los jóvenes integrantes del grupo. “Empezamos a acercarnos a los abuelos, que tenían el conocimiento sobre música, y de ahí surgieron varios elementos”.
Además de la tradición oral, acudieron a bibliografía de ley —como los Anales de los Kaqchikeles, el Popol Vuh, los Señores de Otzoyá, así como algunos códices— para aprender las posiciones de las danzas. Visitaron museos, lugares ceremoniales y, de este modo, empezó la trayectoria de una particular propuesta cultural que ha tenido ya amplio reconocimiento y alcance internacional.

La tradición kaqchikel

“Y poniéndonos en pie, llegamos a las puertas de Tulán. Solo un murciélago guardaba las puertas de Tulán. Y allí fuimos engendrados y dados a luz (nosotros los kaqchikeles); allí pagamos el tributo en la obscuridad y en la noche, ¡oh, hijos nuestros!…”, relata un fragmento del Memorial de Sololá, haciendo alusión precisamente a la figura que sería el tótem de los kaqchikeles: el murciélago, o sotz, en su lengua original.
Sotz’il Jay, que traducido significa el espíritu del murciélago, fue concebido como algo más que un mero grupo artístico. Tal y como expresan sus integrantes, su agrupación funciona más como un centro cultural, pues su objetivo es promover la investigación y fomentar las tradiciones artísticas mayas, así como una revalorización de estas en el campo de las artes.
“Así como hacemos música y danza, también trabajamos plástica, máscaras, vestuario, tejidos. Lo que queremos es ayudar a otros grupos para que todo lo que hace este centro lo puedan conocer otros jóvenes”, añade César Augusto Guarcax, otro integrante del grupo.
De esta forma se han perfeccionado en la fabricación de instrumentos musicales de la tradición maya —particulares tipos de trompetas, timbales de barro con cuero, flautas de caña y de barro, ocarinas y algunos “generadores de sonido” que semejan, por ejemplo, el sonido del viento– y actualmente buscan fondos para tener sus propios hornos y trabajar cerámica.
Y así, poco a poco, han ido integrando todas estas artes, hasta que hace cinco años desembocaron en un concepto similar al “teatro”.

Marcelino Chiyal presenta una pieza de utilería de las obras.

Arte escénico maya

El concepto escénico de Sotz’il Jay es muy particular. Víctor Barillas, director del grupo, comenta: “Yo estudié en la Escuela Nacional de Arte Dramático y también teatro en la universidad, y antes de esto ya había hecho propuestas europeas, sudamericanas y guatemaltecas basadas en leyendas y espantos, pero tenía la inquietud de meterme más a lo maya”.
Pero, claro, iniciar una carrera en una propuesta con estas características suponía grandes cambios para Barillas, quien comenta que lo primero que tuvo que hacer al empezar su trabajo fue “desvestirse de la academia”, pues el concepto artístico de este grupo iba más allá que la simple presentación.
“Todo lo que hacemos es totalmente ceremonial, porque creemos en la espiritualidad, porque sabemos que los abuelos y las abuelas que han muerto están presentes como energías dentro de nosotros, dentro del círculo en los espectáculos, y siempre les hacemos un homenaje”. Y a ello habría que añadir que el montaje de las obras debe estar adecuado de tal forma que todo el público pueda comprender la narrativa, pues estas son recitadas en kaqchikel.
Las danzas son creadas dentro del grupo y surgen a través de un entrenamiento que los integrantes deben tener sobre las energías y la constante exploración de las mismas a través de las distintas figuras nahuales. “Conforme se va trabajando, determinamos las características de los personajes y las máscaras. Se escribe una especie de guión para llevar los pasos, pero en el ensayo se van desarrollando otras cosas, hasta tener un contenido muy lógico y espiritual”, agrega el director.
La música, por supuesto, es parte esencial de todo. “Aquí todos son músicos danzantes, porque eso es lo que distingue el arte maya: no puedes simplemente estar tocando sentado, la música y la danza se llevan de la mano. Es el estilo del grupo”, explica Daniel Guarcax, quien se encarga de dirigir a sus compañeros en este aspecto.
A la fecha, la agrupación ha presentado tres obras, tanto en el ámbito local como internacional. La primera, Kaji’Imox, narra la historia de los últimos gobernantes kaqchikeles —Kaji’ Imox y B’eleje’ K’at—, quienes mantienen una resistencia de 15 años hasta que Kaji’Imox se entrega y es ahorcado por los conquistadores españoles.
La segunda presentación fue Ajch’owen, que es un homenaje a los abuelos artistas que han mantenido el arte a pesar de la historia trágica de la discriminación y la pobreza. Está basada en el Popol Vuh, precisamente en las aventuras de Jun B’atz’ (primer hilo del tiempo) y Jun Ch’owen (primer sonido), considerados como los creadores de las artes según la cosmovisión maya.
Oxlajuj B’aqtun es la última producción de este grupo, y gira en torno al calendario maya y la culminación del B’aqtun —o era—. “Es una ceremonia sobre la espera de ese cambio”, comenta Daniel.
Aunque todavía hay mucho por trabajar y desarrollar, el arte de Sotz’il ya ha trascendido fronteras, alcanzando varios escenarios en Latinoamérica, Francia y Noruega, y ganado las más cálidas felicitaciones y agradecimientos por parte del público. Así como escribió Fernanda Haucke, del grupo teatral Companhia do Feijão, en la página de Sotz’il: “Yo tuve la oportunidad de estar presente en Oxlajuj B’aktun, en São Paulo, y fue una de las cosas más bellas que he visto en toda mi vida. Todos los días desde entonces recuerdo algo de las imágenes, la música, las danzas de aquel día. Muchas gracias a todos ustedes por compartir con nosotros la fuerza de la cultura maya”.

Acerca del grupo

  • Sotz’il Jay está integrado por 10 jóvenes kaqchikeles, tanto hombres como mujeres, de entre 21 y 30 años.
  • Gracias a los servicios que ofrecen, y el apoyo de otras instituciones particulares, pueden dedicarse exclusivamente a la investigación y promoción del arte maya.

viernes, 10 de junio de 2011

Credo

Por Javier Payeras

Mi credo: Creo en Joaquín Orellana, genio creador de nuevos sonidos para un país que no cicatriza. Creo en Carlos Mérida, filósofo del color que encubre cualquier silencio y cualquier vacío. Creo en Luis Cardoza y Aragón, porque nos dio un nombre y nos dio palabras y nos dio un espejo para reflejarnos. Creo en Roberto Cabrera, en su integridad intelectual y en su compromiso con el arte.

Creo en Mario Monteforte Toledo, por nunca claudicar. Creo en Augusto Monterroso, a quien le debo aquella fábula del rayo que cae dos veces en el mismo sitio. Creo en Francisco Tún, la única cordura digna, esa sensibilidad callejera que no cae de rodillas.

Creo en Isabel Ruiz y en Luis González Palma y en Moisés Barrios, por hacer ese episodio memorable llamado grupo Imaginaria. Creo en los jóvenes artistas de San Pedro La Laguna y de San Juan Comalapa. Creo en Luis de Lión y en Francisco Morales Santos y en Isabel de los Ángeles Ruano y en Margarita Carrera y en Luz Méndez de la Vega y en Ana María Rodas y en Roberto Monzón, los poetas, los nombres que nos nombran.

Creo en mis amigos escritores y artistas que traen consigo un futuro más humano. Creo en los intelectuales que no llegaron a ver el presente porque el pasado —que quiso silenciarlos por la violencia— no pudo contra su espíritu.

Creo en Lisandro Guarcax y en el grupo Sotzil Jay. Creo en todos aquellos que buscan sacarnos de esta noche eterna y nos traen de nuevo la luz. 

Creo en el Pop Vuh, en El mundo como flor y como invento y en todos los verbos de este lado del planeta. Creo en el valor de dar el primer paso y de dar la primera palabra al frente. Creo en quienes nos conceden una esperanza común, algo de aire fresco en medio de tanta soledad histórica y de tanto fracaso.

jueves, 2 de junio de 2011

A energia e o equilíbrio da natureza em conexão com o corpoficados

Por Neomisia Silvestre
Revista de la VI Muestra Latinoamericana de Teatro de Grupo

Uma vez que elementos como água, fogo, ar e terra se relacionem de forma igual, neles, o homem pode encontrar respostas à sua razão de existência. Para o Grupo Sotz’il, da Guatemala, de acordo com o pensamento maia, é possível desenvolver todas as habilidades quando se encontra equilibrado energeticamente. Nesse estágio que há na natureza, poder se abastecer dela ao mesmo tempo em que a carrega em si para um fim primordial: a transcendência.

O grupo abriu a série de demonstrações de trabalho, que acontecerão ao longo da semana como parte da programação da Mostra, com uma informação fundamental para início de sua atividade: no corpo humano existem 20 energias. A intenção é partilhar que é possível encontrá-las para, então, atingir o equilíbrio necessário e depois aplicá-lo aos processos cênicos.

E para compartilhar um pouco do que é possível fazer na cultura maia, no âmbito da referida conexão com a natureza, o Sotz’il convida os participantes a uma breve aula prática. Posicionados em círculo no palco da Sala Adoniran Barbosa, agora transformada em sala de trabalho, os participantes, em sua maioria atores, passam a copiar os movimentos exemplificados por um dos guatemaltecos, enquanto o diretor do grupo, Víctor Manuel Barillas Crispín, faz a mediação.


O núcleo artístico realizou uma pesquisa sobre as energias da natureza para aplicar nos exercícios e nos movimentos, nas contraposições corporais e nas energias de cada animal. Crispín então sugere aos participantes que experimentem o trabalho corporal intensificado nas articulações dos pés e das mãos, no uso do abdômen e no peso do próprio corpo. Quinze pessoas se encorajaram a participar da demonstração. Iniciam pelo alongamento recomendado, depois passam aos movimentos B’atz’, Imox, Umul, Venado, que carregam a essência de felinos e répteis.

Nos movimentos gerais dos participantes nota-se a dificuldade em lidar com o esforço físico e com o equilíbrio exigido para cada movimento, por menor que fosse. Nos atores do Sotz’il, cada músculo resplandece o entendimento e a conexão com a energia a que tanto mencionam. “A vida flui em nós”, diz Crispín, enquanto já se nota ali um suor que quer escorrer. “É preciso explorar a energia que existe em cada um de nós”, completa.

Atores do Sotz’il em movimentos que remetem a felinos e répteis.
(Fotos: Tainá Azevedo)

miércoles, 1 de junio de 2011

Crítica | Oxlajuj b’aqtun

Por Valmir Santos
Revista de la VI Muestra Latinoamericana de Teatro de Grupo

O espectador brasileiro urbano convidado a partilhar a cultura ritual dos maia-kaqchikel sente que o mundo é um grande quintal. A arquitetura da Sala Adoniran Barbosa, sua arena quadrada e vazada, é transformada num coração da selva em que a imaginação se deixa orquestrar pela música de sopro e percussiva, pelo incenso, pelo fogo, pelas máscaras, pelo espaço cênico circular que concerne ao fio da dramaturgia expressa por meio de outros elementos da cena que não só o verbo, “dialetos” outros à margem da cartografia teatral moldada pelo mundo ocidental.

A cena ritual Oxlajuj b’aqtun, com a qual o Grupo Sotzi’l abre esta VI Mostra de Teatro de Grupo, compõe uma narrativa própria de minúcias e rigores acessados por meio de heranças ancestrais. Essa percepção dilatada do tempo e do espaço é transmitida com um profundo sentido de respeito à natureza, sem o cunho moral dos dias pragmáticos de hoje. Os sete integrantes do elenco, uma mulher incluída, não sublinham jamais a interpretação. Ao contrário. A lei da inerência transparece no olhar que deixa ver, na mão humana em sua animalidade, no corpo que carrega outra pele ou mesmo outro corpo, no espírito da onça-pintada que evanesce.

 

Apesar das remissões claras aos ritos afrodescendentes e às raízes autóctones familiares à formação brasileira, o trabalho do Grupo Sotz’il chama a atenção pela transcendência: o apuro técnico e formal à maneira do Nô ou do Kabuki japoneses, tal o grau de sincronismo entre música, dança, teatro e artes plásticas. Para não falar do fundo espiritual que também lhes tocam.

Ligado a um centro cultural que demarca a identidade do seu povo na Guatemala, o Sotz’il (morcego, na língua maia) ergue uma aura política poderosa na dignidade e na reverência aos antepassados com que seus artistas indígenas se postam no círculo de velas, frutas, folhas. O grupo cênico-musical que soma uma década de diálogo com a tradição consegue transbordar consciência crítica sem apelar ao discurso do oprimido, por exemplo. Não necessita porta-voz, dispensa o aplauso indulgente.

A passagem especial dos maia-kaqchikel pela cidade de São Paulo, no contexto da Mostra e do enlaço multicultural da semana de espetáculos e demonstrações de processos, nos faz pensar que as energias foram convocadas em boa hora, conforme as ancas da subjetividade demasiado humanas. O sagrado está dado, e com ela uma dor secular que não cessa.



Por Jesús J. Barquet
Revista de la VI Muestra Latinoamericana de Teatro de Grupo

Reflexionar sobre el acontecimiento indicado por el título (fin de una era e inicio de otra en que la humanidad será más sabia y armónica) le permitió a Sotz’il elaborar una obra sobre la existencia humana en general a partir tanto de los principios cosmogónicos y espirituales de la cultura maya kaqchikel, como de su experiencia histórica de etnia excluida y satanizada por más de cinco siglos.

Aunque por momentos entrevemos cruzamientos con otras culturas, casi todos los signos son obvias referencias al mundo maya kaqchikel: el vestuario, las máscaras, la música, los instrumentos musicales, la danza, el lenguaje, el juego de pelota, las figuras del jaguar y los gemelos enfrentados a los señores de Xibalba. Incluso el segmento climático en que Jun Ajpu es obligado a “representar al indígena” mientras su espíritu-Jaguar es apresado y emborrachado nos habla también de las vivencias de estas comunidades en Nuestra América.

Esa coherente referencialidad sirve para hablarnos de la universalidad de dicha cultura en lo filosófico y espiritual, así como para denunciar, mediante el segmento citado, toda degradación cultural operada sobre cualquier grupo subalterno. Resulta universal la concepción maya kaqchikel de la existencia humana no solo como lucha entre opuestos, sino también como difícil pero no imposible resistencia y reafirmación ante las mayores adversidades que busquen romper la armonía que debe regir la vida. Pero recordemos: Oxlajuj b’aqtun es también un renacer y en esto hay un aviso esperanzador.

Si bien Sotz’il nos (re)presenta esta lucha, resistencia y reafirmación desde una perspectiva étnico-identitaria, su propuesta es pertinente a otros aspectos humanos también históricamente subalternos. La excelencia de esta pieza está en haber sabido hablar a (y de) lo universal a partir de una fidelidad plural a su cultura particular.

Comenzar la muestra con esta obra es un acierto. Sotz’il recuerda que somos multilingües; que nuestras vanguardias expresivas pueden integrar estas cosmovisiones y ceremonias aún inéditas para parte de nuestra población; que la antropología teatral tiene aún mucho que hallar aquí para enriquecer nuestro teatro; que la creación colectiva actual puede lograr obras tan coherentes en forma y contenido como esta; que conocer y entender el pasado puede ayudar a orientarnos en el futuro, porque aún puede haber o hay sentido en esta tierra que Jun Ajpu, renovado y esperanzado, bendice y besa tras haberla vivido.

 (Fotos: Taína Azevedo)