Por Lucía Escobar
Aún no he terminado de digerir la obra de teatro/danza Oxlajuj B’aqtun que el grupo Sotz’il estrenó el fin de semana en las Ruinas de la Recolección. Este evento tenía un cariz muy especial, ya que era la primera vez que se presentaban después de la muerte de Lisandro Guarcax sucedida el 25 de agosto del 2010 (día Oxlajuj B’atz’ en el calendario maya). Él había sido guía y fundador del Centro Cultural Sotz’il Jay y fue víctima de secuestro, tortura y asesinato en su aldea natal, el Tablón, Sololá.
El Grupo Sotz’il se ha dedicado durante los últimos años, a estudiar, interpretar y dar a conocer la sabiduría ancestral maya por medio de la creación escénica y musical. Oxlajuj B’aqtun es un intento para dar a conocer las profecías mayas, sin el amarillismo atrás de la ya famosa fecha del 21 de diciembre del 2012 durante el solsticio de invierno.
La obra no fue para nada liviana, al contrario, fue densa, a ratos oscura y terrible, como la impactante escena del jaguar o balam al que le arrancan las garras y le quitan la libertad. Muchos pensamos en ese momento en Lisandro y en las terribles torturas que sufrió antes de morir. Al día siguiente, cuando vi en las noticias dominicales que solo quedan 300 ejemplares en Guatemala de este poderoso felino, entendí mejor el mensaje.
Recordemos que para los mayas, el tiempo no es lineal sino cíclico. Además que todo es dual. Y cuando se refieren al final de una era, también hablan de el principio de otra. Por tanto el Quinto Sol, podemos verlo como el inicio de una nueva época donde los humanos tendremos mayor claridad, y habrá un retorno al equilibrio.
Para resumir la puesta en escena de Oxlajuj B’aktun, me quedo con el comentario de Rosa Chávez: “impactantes los sotziles, me quitaron y me devolvieron el aliento a la vez...”
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