domingo, 20 de marzo de 2011

Oxlajuj B’aqtun de Grupo Sotz’il

Por César Chupina

En un país como Guatemala, donde da nausea ver el basurero de las mas bajas expresiones en que se ha convertido el teatro, da gusto participar de un hecho escenico tan genuino como Oxlajuj B’aqtun del grupo artístico Maya Kaqchikel Sotz’il, que se presenta en varias partes de la Republica y fuera de ella no solo para mostrarnos un hecho teatral sino darnos una enseñanza en el mismo.

En una de las funciones programadas en el Festival Paiz que fueron en las ruinas de La Recolección de La Antigua Guatemala, Sandra Xoquic, presentadora del grupo, dijo que la nueva puesta en escena llevó meses de preparación, con el objetivo de obtener el verdadero significado del Oxlajuj B’aqtun, que en la cultura occidental se ha interpretado como el fin del mundo, cuando en realidad es el cierre de un gran ciclo de tiempo.

Oxlajun B’aqtun es un gran acontecimiento en la cultura Maya, como el cierre de una era, calendario Maya de la cuenta larga, que consta de cinco medidas de tiempo, como el Q’ij (día), Winaq’ (20 días), tun (360) k’atun (20 años) y B’aqtun (400 años), los que se van cambiando con los días y numerales del calendario sagrado o Chokq’il Si se antepone al B’aqtun el número sagrado 13 (Oxlajun), da como resultado la duración de una Era Maya, es decir Oxlajun B’aqtun, equivale e 13 períodos de 400 años, 5 mil 200 de 360 días; al igual que los días, las eras se suceden, pues en la era Maya el tiempo es cíclico, ya que se camina a través de una espiral en la que se sitúan de forma paralela el pasado el futuro y el futuro.

Las y los ancestros dejaron escrito en códices y estelas el reinicio de la nueva era o un nuevo amanecer, donde los diferentes calendarios se alinearán para comenzar un nuevo ciclo de 13 B’aqtun El último día de la presente es el próximo Kaji’ Ajpu’, Waxaqi’ Kamuku, previsto para el solsticio de invierno del año 2012, que en el calendario gregoriano es el 21 de diciembre. Este ciclo de tiempo es el que se representa en esta obra artística del grupo Soltz’ij, para que se comprenda en el fin de un gran ciclo de tiempo y el inicio de otro.

Leemos en la pagina http://sotziljay.wordpress.com/ que “este montaje es en nombre de nuestros abuelos y abuelas, a ellos les debemos los conocimientos y la inspiración, estamos aquí para continuar su legado. También es un homenaje a todos los abuelos y abuelas que han luchado por mantener el equilibrio desde la Resistencia del Pueblo Maya, especialmente dedicado a Lisandro Guarcax compañero, guía y fundador de Sotz’il Jay asesinado el día Oxlajuj B’atz’ (25 de agosto de 2010). Porque como él decía: “Nqarayij chi ronojel qasamaj nk’atzin chi nkitamab’ej nk’aj chïk winaqi’” (Deseamos que todos nuestros esfuerzos se traduzcan en conocimiento del otro).

En la misma fuente, encontramos la Sinopsis de la obra. “Los elementos energéticos se atraen y contraen en el cosmos para crear el fuego, esencia de Vida. Estos se desplazan a través de espirales buscando la armonía, pero hay fuerzas que provocan fuertes desequilibrios entre la luz y la oscuridad, creando conflictos. Los señores de Xib’alb’a’ (los dueños del inframundo) se enfrentan a los gemelos Jun Ajpu’ e Yaxb’alamkej, representados en ese instante como el ser humano y el espíritu, a través del juego de pelota y diferentes artimañas. El paso del tiempo y el movimiento de las energías esenciales acompañan el conflicto entre fuerzas duales, opuestas pero todas ellas necesarias para la existencia: ¿Está la Humanidad preparada para honrar a las energías y darles su lugar para encontrar la armonía? ”.

En el programa de mano, encontramos el elenco técnico y artístico.
Dirección artística: Víctor Manuel Barillas Crispín. Apoyo técnico y logístico: Joselino Guarcax Yaxón y Clara Alicia Sen Sipac. Autoría: Creación colectiva del Centro Cultural Sotz’il Jay. Música: Creación colectiva del Grupo Sotz’il, excepto la última melodía: recopilación tradicional.

Los personajes músico-danzantes son interpretados por jovenes actores. Kukumatz, autoridad, sabiduría, verdad, ciclo del tiempo-espacio: Mercedes Francisca García Ordóñez. Rujqalem, cargador del tiempo: Juan Carlos Chiyal Yaxón. Wuqu’ Qak’ix: Siete Guacamayos, personaje orgulloso, ambicioso, envidioso, mentiroso, destructivo, egocéntrico e ignorante. Jun Ajpu’ e Yaxbalamkej, sol y luna, unidad y espiritualidad, visión y luz; cerbatanero, caminante, ser humano y jaguar: Gilberto Guarcax González (Ajq’ij) y César Augusto Guarcax Chopén. Keme’, inframundo, oscuridad, muerte: Luis Ricardo Cúmes González. Tukur, búho, mensajero del inframundo: Marcelino Chiyal Yaxón.

En conjunto logran un extraordinario montaje en el que sobresale primero que nada la coordinación artística de Víctor Barillas quien dicho sea de paso es uno de los mejores prospectos egresados de la ENAD aunque nunca me imaginé el viraje espiritual que tomaría su carrera. Cierta vez me lo encontré deambulando por la calle, como es su costumbre y me comento el aspecto ritualístico que manejan en la agrupación. No cabe duda, pensé y lo confirmo con este trabajo, es un elegido por los abuelos para rescatar la ancestralidad.

Como enamorado de la Cosmovisión Maya quede fascinado con este montaje. Pero mas allá, es indudable la magnifica interpretación en la que la expresión corporal ocupa un primerísimo lugar. Nos recuerda muchísimo expresiones ancestrales de la misma cultura Maya y que también encontramos entre chinos, indos y tailandeses. No cabe duda que, en ese sentido, la humanidad tiene un origen común y rescatar la Cosmovisión Maya en estos aspectos es volver al origen mismo.

En ese orden de ideas es interesante cómo se rescata el aspecto ritualístico del Teatro, el cual nace en cualquier cultura como una mera forma de acercar el macro con el micro cosmos y en este sentido este montaje lo logra al explicarnos a neófitos, ignorantes y detractores de la Cosmovisión Maya que de fin del mundo el 2012 no tiene nada. Sencillamente es como cuando los occidentales terminamos el 31 de diciembre para dar inicio a un nuevo año con el 1 de enero. Claro que no un 31 de diciembre y 1 de enero cualquiera. La analogía debe extenderse al inicio del milenio como sucedió en el 31 de diciembre de 1999 y 1 de enero del 2000. No olvidemos que entonces también se decía que todo iba a acabarse.

En el aspecto ritualístico, los elementos a usarse trascienden la simbología. El fuego ocupa un primerísimo lugar y me atrevería en una segunda o tercera lectura del hecho escénico que es el verdadero protagonista porque no solo es el lazo de unión entre lo micro y lo macro sino donde se ve el tiempo… es decir, donde se visualizó el futuro que ahora es nuestro presente. Y en este sentido el círculo nos da varios espacios internos y externos dentro de los personajes así como varios niveles de tiempo connotando también que este es ciclo, circular.

Gracias a esta agrupación por este trabajo que me ha dejado un riquísimo sabor en la boca y me devuelve la esperanza que fuera del basurero teatral pueden hacerse cosas tan mágicas como esta. Por ello, aplausos por siempre y mas allá de la espiral del tiempo.

No hay comentarios: