viernes, 10 de diciembre de 2010

Vorágine de muerte

Por Magalí Rey Rosa

Quería dedicar este artículo a comentar que podemos hacer de la Navidad una oportunidad para ejercer solidaridad y conciencia ecológica, en lugar de participar en la orgía de consumismo. Proponer la compra de productos hechos por manos guatemaltecas, porque esa es una forma de ayudar a compatriotas que trabajan para ganarse la vida, en momentos en los que eso se ha vuelto tan difícil que muchos pueden verse tentados a cometer actos ilícitos —como robar— para impedir que los suyos mueran de hambre o de frío.

 

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Sumidos en esta vorágine de muerte, engaño, cobardía y egoísmo, ya no nos conmueve el dolor ajeno; y hasta hemos perdido la capacidad de relacionar lo que pasa a nuestro alrededor con lo que sucede con nuestras propias vidas. No es que la vida de Emilia fuera más valiosa que otras, pero su asesinato nos deja a todos más pobres de espíritu, de posibilidades, de esperanza. ¡Malditos los que la mataron! Nuevamente están eliminando a la gente valiosa, comprometida con Guatemala; no puedo dejar de pensar en Lisandro Guarcax también. Presento mis más sentidas condolencias a la familia Quan, y me sumo a las muestras de repudio por el cobarde asesinato de Emilia y a las voces que exigen su esclarecimiento.

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