Por Julito Serrano
El frío era bastante intenso a eso de las 10 de la noche, pero estábamos ahí, escuchando a Sotz´il, quienes cerraban el festival que fuera dedicado a la memoria de Lisandro Guarcax.
12 horas antes estaba en Xela despidiéndome apresurado de mis papás, "es que solo es una vez al año" les trataba de explicar mientras se quedaban un poco extrañados. No dudo que fuimos un par de miles los que pensamos cada uno a su manera lo mismo, había que aprovechar, el cerrito y Manifestarte, el combo ideal. Y es que pareciera que sentarse en la grama a escuchar jazz o a ver teatro o a moshar tranquilamente en una plaza estuviera reservado para otras historias "para otros países" como solemos decir, y bueno, como hay dolores para cada país, hay gozos para cada pueblo, fiestas. Siempre hay algo que celebrar, la vida, por ejemplo. Manifestarte es una de nuestras fiestas, el último finde de noviembre, sospecho que es la lógica. Recuerdo hace 8 años a varios amigos en el flow de la primer fiesta, "solo un fin de semana?" pensaba yo, incrédulo. A mi pregunta basta contraponerle la sensación de mi cuerpo brincando, bailando, con las manos al aire, como poseído, sí, por el gozo. Fiesta, fiesta al corazón, a la raíz.
La sorpresa de este festival fue que era el último que hacían en el cerrito, las razones son las previsibles, resulta que la política de apropiación del espacio público de la Muni, es en realidad una política de expropiación. Claro, la sustitución de gobierno municipal por la idea de sherif, de señor feudal, que en realidad no sorprende, una pasarela de moda a la que no se puede entrar si no se tiene invitación, un tour de bares acompañado por policías con fusiles de asalto, parques con horarios, festivales con censura. Claro, la shumisa lo destruye todo, hay que revisarles el canasto con periodicidad, no sea que tengan las mañas de sus ancestros. "Nada les gusta", bueno sí, nos gusta caminar tranquilamente por los parques, por las calles, sentarnos en la grama a escuchar jazz, qué sé yo, esas cosas.
En cualquier caso no dudo que Manifestarte encontrará otro espacio donde podamos tirarnos a disfrutar la vida, acostarse y ver el cielo de noviembre, sin romanticismos pues, el simple y mortal derecho de tirarse al piso y ver el cielo, revolución pura y dura. Esperaremos entonces que llegue ese finde el otro año y seremos parte de ese enorme cuerpo que baila con la vida, como cuando escuchábamos a Sotz´il y mirábamos el movimiento de las hojas de los árboles y sospechábamos que esas hojas, y esas ocarinas caminan libremente por todos los caminos.
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