Por Selvyn Curruchich-publicogt.com
Estas tierras/ no han dejado de beber sangre/ bebe cuando nace cada sol/ continúa en cada luna/ (…)/ La sangre no cesa/ hierve/ fluye/ corre/ camina/ se fermenta/ le sale alas/ colorea el universo/ quiere hablar! “Sangre”, del poeta q’eqchi’ Manuel Bolóm Yaxcal.
El viernes 4 de octubre pasado, justo cuando se conmemora un año de la masacre en la cumbre de Alaska, Bolóm Yaxcal presentó en las instalaciones de Caja Lúdica el libro de poesía Xb’een Aatin (Primera palabra). Al inicio de la actividad hubo un momento de silencio en memoria de las víctimas de Totonicapán, pueblo a quién el autor dedicó el libro.
La obra que consta de 37 poemas en Q’eqchi’ y Castellano comprende tres secciones, “la primera dinamiza el ser y manifiesto de cada uno de los 20 nawales (días mayas por el cual se hace el conteo del tiempo) por tanto ahí son 20 poemas. La segunda parte, habla de la rebelión, y la vida. Y la tercera sección habla de la necesidad de retoñar”, explica Bolóm.
En su intervención, el autor indicó que no ha faltado quien le pregunte sobre el por qué de sus poemas tristes. En su argumento dijo que si bien es cierto que lo común es hablar del amor y las cosas bonitas, el eligió esta manera y que es cuestión de estilo. El contenido invita a regresar a la concepción de la nosotridad, del que nos han despojado para hacernos pensantes individualistas, dijo.
Sobre esa concepción, mientras se deleitaba con bebida ancestral de cacao, el público coincidió que las palabras del escritor hicieron despertar en cada uno esa nosotridad y colectividad, pensamiento peculiar del pueblo maya.
Al ser consultado sobre la edición del material, Bolóm indicó que fue “casi una producción casera”. Los comentarios del libro estuvieron a cargo de Anastasio Warkax, de Sotz’il Jay; y de la estudiante de Ciencia Política Eva Tecún. El poeta es estudiante de Antropología en la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos de Guatemala USAC.
En entrevista al escritor, dijo lo siguiente:
Escribir poesía, ¿cómo nació la idea de plasmar en una obra una práctica que has hecho desde niño?,
Fue una inquietud, una necesidad de reflejar algunas ideas que guardaba mi silencio y mi timidez, cualquier pedazo de papel y un lápiz era lo que necesitaba para ello. Escribía la primera idea que se me ocurría en cualquier espacio, tiempo, era necesario para mi escribir, aunque sea dos palabras, tres palabras eso me daba la posibilidad de ir ampliando y extendiendo algún texto. En muchos lugares dejé perdido hojas de papel, retazos de papel con alguna idea.
¿Recuerdas lo primero que escribiste de niño?
De niño no me acuerdo, en mi adolescencia sí, porque primero hacía lo que enseñaba el modelo occidental, escribir en rima, era muy fácil, pero a la vez era muy forzado, no me daba soltura para plasmar lo que fluía. Escribía para amigos y amigas alguna idea.
Los poemas: Latidos, Sangre y Nuestros Muertos, ¿cuál es tu sentir luego de escribirlos?
Son bastante significativos, creo que marcan la línea por el cual transitan mis palabras. Latidos en especial reconstruye la visión colonial y occidental de la muerte. Desde nuestra visión (maya) nuestros muertos “no mueren”, regresan y retornan, desde la visión Q’eqchi’ “Nake’q'aj nake’sutq’i”. Entonces no están muertos nuestros muertos, porque andan ahí latiendo, están presentes. La sangre tampoco muere, la sangre derramada desde hace más de 500 años, sigue fluyendo y habla.
El nombre del libro, ¿por qué “Primera Palabra”?
Le denominé de esa manera, porque son las primeras palabras que comparto y son las primeras palabras que se constituye en liberadoras. La primera palabra obliga a más palabras.
Sobre los poemas, ¿Hay alguno que te sea muy especial?
Cada uno fue creado con una particularidad, sentimiento y contexto. Por ello leer cada uno me lleva en ese tiempo y espacio. Pero quizá dentro de todo hay tres que me son especiales. El primero es LATIDOS, por las razones que ya decía. El segundo es CORAZÓN “CH’OOL” en Q’eqchi’, porque reconocemos nuestros antecesores y son nuestros referentes en nuestros intentos de liberación de toda forma impuesta de pensar y sentir. El tercero es el poema que le dedico a mi abuela, WIXA’AN en Q’eqchi’, una conversación con ella dentro del texto y otra vez la forma de pensar en que no está muerta. Ahí está latente.
En la presentación del libro hubo algo que lograste transmitir a los asistentes, fue el concepto de la nosotridad, pues todos se identificaron con ello.
En el desarrollo del texto encontramos una nosotridad explícita o implícita. Es la forma en que hacemos filosofía los indígenas y es parte de la práxis cotidiana. La nosotridad de nuestro mundo y de nuestra filosofía rompe con la visión filosófica europea del “YO”. Es un lenguaje que se reproduce y es transversal en el discurso y práctica maya. No hablo de mi muerto, hablo de nuestros muertos; no hablo de mi corazón, hablo de nuestro corazón. Esto evidencia la construcción colectiva de los aspectos de la vida.
¿Planeas publicar una, “Segunda Palabra”?
No hay planes, pero las palabras siempre andan vivas, se reproducen y se multiplican, germinan, retoñan y vuelven. Puede haber más palabras. La intención es aportar con algunas ideas que demuestren que hay otra manera de pensar, hacer hablar y cantar las palabras. Es decir, ¡aún empiezo a tejer palabras!
Sangre fecunda, el poema que también está colgado en tu blog y que dedicas al pueblo de Totonicapán, ¿salió publicado en el libro?
Sangre Fecunda es un poema que no va dentro del libro, pero sin duda es un sentir sobre las atrocidades de las fuerzas que se imponen sobre la dignidad y la vida de todo un pueblo ó pueblos, y es una forma de manifestarme en rechazo a estas medidas y formas en que se hacen las cosas.
Para quienes quieran leer Xb’een Aatin, ¿dónde pueden adquirirlo?
No tenemos ubicado los puntos de venta, por ahora se puede pedir por correo electrónico mbolom@gmail.com. Sin duda, cuando tengamos los lugares de adquisición les estaremos compartiendo.
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