Gratitud, alegrías, oraciones y tristezas se convierten en notas
sonoras al toque de tambores, flautas, violines, pitos y marimba. Desde la
época de esplendor de la cultura maya, durante la Colonia y hasta la
actualidad, una de las expresiones más características y notables de los
pueblos indígenas es la música.
Por Prensa Libre
Los instrumentos musicales con los que se interpretan
tradicionales melodías, y en ocasiones cantos, han estado siempre en rituales
agrícolas, como la siembra y cosecha del maíz, la búsqueda del mundo espiritual
y la musicalización de relatos históricos transmitidos de generación en
generación.
Como sucede con el sincretismo religioso en Guatemala,
los instrumentos de los que se desprenden las notas musicales autóctonas, han
tenido su origen en la cultura maya o hispánica, pero indistintamente de dónde
provengan, siguen siendo el medio para enlazar armonías, cosmogonías y
realidades que mantienen vivos a los antepasados, pero que también sirven como
un puente de comunicación mística.
Viene del cuerpo
La música instrumental probablemente no sea tan
antigua como la vocal, y tendría su origen en el ámbito del ritual mágico,
explica el musicólogo, compositor y director de orquesta Dieter Lehnhoff, en su
libro Creación musical en Guatemala.
Los primeros instrumentos de percusión utilizados en
la danza fueron las mismas partes del cuerpo: las manos para aplaudir
rítmicamente, batir contra el pecho, muslos y glúteos, o los pies para crear
ritmos al golpear el suelo.
Dos nutrientes
“El instrumentario musical maya precolombino consta
principalmente de idiófonos, aerófonos y membranófonos, explica Lehnhoff. Los
primeros producen el sonido por la vibración del propio cuerpo sin el uso de
cuerdas, membranas o columnas de aire; por ejemplo, las maracas, caparazones de
tortuga y tambores de hendidura como el tum o teponaztli.
Los aerofónos producen el sonido por la vibración del
viento y de la masa de aire en su interior, como las flautas de caña o hueso
llamadas xul en idiomas mayas; pitos y mirlitones, caracoles marinos (strombus
gigas) y trompetas largas de madera, como se ve en los murales de Bonampak o
utilizadas en el siglo XIX en las representaciones del Rabinal Achí, en Baja
Verapaz.
Los membranófonos son los instrumentos cuyo sonido lo
produce la vibración de una membrana tensa llamada parche, hecha de piel o
sintética, como los huehuetl o tambores de uno o dos parches, antiguamente de
piel de venado, que se tocaba con las manos, y ahora con baquetas forradas de
caucho en uno de los extremos.
Entre el aporte hispano a los instrumentos autóctonos
está el adufe, especie de tambor existente en el área queqchí, y la chirimía,
ambos de origen árabe. El violín, que se conoce como rabé o rabel, y el arpa y
guitarrilla.
La marimba diatónica o sencilla constituye un tema en
sí, pero basta indicar que según investigadores este tipo de instrumento no
existe en otra parte del mundo. Esta originó la marimba cromática o de doble
teclado llamada cuache o gemela, cuya adaptación se atribuye a los maestros
Julián Paniagua y Sebastián Hurtado, en 1894.
El tum
Es un cilindro de madera de hormigo vaciado, con una ranura en forma de
H. Se toca percutándolo con una baqueta con cabeza de caucho. En la
antigüedad su toque era guerrero. En la fotografía, el tum usado para la
música de la danza prehispánica del Rabinal Achí, que se representa en Rabinal,
Baja Verapaz.
Sonido aviar
Los instrumentos de viento iq’ o xul, incluyen ocarinas y flautas de barro.
Imitan el trino de los pájaros.
Tambor y chirimía
Cojom es la palabra en kaqchikel para designar al tambor. Es un
cilindro de madera cubierto en sus extremos por dos piezas o parches de piel de
cordero y res, antiguamente de piel de venado, que se golpea con baquetas con
cabezas cubiertas de caucho. La chirimía, de origen moro, fue
traída a estas tierras por los españoles. es un instrumento de caña
doble: un cilindro metálico introducido en otro de madera con seis agujeros. Su
sonido, producido por una lengüeta doble de hoja de palma se parece al del
oboe. Su toque es totalmente ritual.
Adufe y violín
Llegaron a Guatemala con los españoles. El adufe,
de origen árabe, es un marco de madera de un pie por lado, forrado por ambas
caras de piel de venado o cabra, que se percuta con los dedos y la
mano. El violín conocido como rabé o rabel, tenía
cuerdas fabricadas del intestino de la res o gato, actualmente se le
adaptan las cuerdas metálicas para guitarra. Tomás Cuxum y
Pío Ixtecoc, de Rabinal, Baja Verapaz, llevan 37 años tocando estos instrumentos.
Marimba sencilla
Se deriva de la de tecomates. De origen mesoamericano, su estructura
tonal corresponde a las teclas blancas del piano.
Flauta y tamborcillo
En idioma achi’, la música producida por estos instrumentos se conoce
como motzaj ajeq’ab —música para el cielo—. Alberto Burrero (80), de Rabinal,
Baja Verapaz, la interpreta cuando llega el solsticio, para recibir el
sol cada día, en las colinas o el campanario del templo católico.
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