Por Centro Cultural Sotz'il Jay
Revista de la VI Muestra Latinoamericana de Teatro de Grupo
Cada vez que los mayas nos sentamos a comer, agradecemos a cada uno de los comensales por la comida. No sólo a quien la preparó, sino también a los que compartieron ese momento con nosotros permitiéndonos estar a su lado. Y es que, desde el pensamiento maya, el estar vivos y respirar el aire que respiramos, el habitar las tierras que nuestros ancestros nos legaron para poder dejárselas en el futuro a nuestros nietos, no es algo que nos corresponda “por derecho” sino un regalo que se nos entrega y por el que damos las gracias. El agradecimiento, desde el pensamiento maya, es un espacio para el disfrute, para el reconocimiento de nuestra dicha por ser, por respirar, por poder ser testigos cada mañana de cómo la Vida se regenera. El agradecimiento, desde el pensamiento maya, nada tiene que ver con la sumisión, con el saldar deudas, con las jerarquías. Al contrario. Es nuestra oportunidad para pararnos, mirar a nuestro alrededor y celebrar que estamos vivos.
Agradecer a una vida que es cíclica, que está en continua transformación, que no tiene principio ni fin porque sencillamente es. Gracias a la observación astrológica, nuestros abuelos mayas desarrollaron una matemática de gran exactitud que analiza y refleja ese movimiento cíclico que se resume en nuestro concepto del “cero”. Un concepto que, lejos de representar el vacío o la nada, contiene en sí la esencia de la Plenitud. Así, en nuestra matemática de base binaria representamos el cero con una semilla, con un grano de maíz. Una semilla que es a un tiempo el fin de una planta y el inicio de otra, porque todo fin de un ciclo conlleva inevitablemente el inicio de otro, porque nada desaparece ni muere, porque todo se transforma.
Agradecer a una vida que es cíclica, que está en continua transformación, que no tiene principio ni fin porque sencillamente es. Gracias a la observación astrológica, nuestros abuelos mayas desarrollaron una matemática de gran exactitud que analiza y refleja ese movimiento cíclico que se resume en nuestro concepto del “cero”. Un concepto que, lejos de representar el vacío o la nada, contiene en sí la esencia de la Plenitud. Así, en nuestra matemática de base binaria representamos el cero con una semilla, con un grano de maíz. Una semilla que es a un tiempo el fin de una planta y el inicio de otra, porque todo fin de un ciclo conlleva inevitablemente el inicio de otro, porque nada desaparece ni muere, porque todo se transforma.
Atores do grupo guatemalteco Sotz'il em treinamento de campo |
Todo está en movimiento, la galaxia que habitamos se expande en el espacio y el tiempo de forma circular, el ADN que nos compone es una espiral infinita,… todo está entrelazado, nada termina. Por ello, el Zaqat es otro de los valores angulares de la Cosmovisión Maya. La importancia de terminar las cosas, de cerrar los círculos y cerrarlos bien, de no dejar nada a medias. En el trabajo, en la las relaciones, en la Vida. Porque en el universo todo fluye de manera circular, porque todo está interrelacionado y unido, cada vez que no terminamos algo y lo dejamos inconcluso, generamos un desequilibrio que frecuentemente suele ser el inicio de la infelicidad y del sufrimiento.
A pesar de siglos de empobrecimiento y discriminación, los y las mayas seguimos siendo los nietos y las nietas de una civilización milenaria civilización milenaria que “desde los primeros tiempos habla a los tiempos que vienen”, con la misma firmeza pausada con la que Tat Lisandro Warkax, artista maya kaqchikel, fundador del Grupo Sotz’il y nieto de los Aj Kaweq, redimensionaba quinientos años de invasión con una sencilla frase: “En el tiempo en el que Colón vino a América para comprobar si el mundo era redondo, nuestros abuelos y abuelas Mayas conocían el Universo”.
Son las voces de los primeros tiempos que hablan a los tiempos que vienen, que brotan de la memoria de los mayas para que las escuche el mundo.
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"Estas voces que vienen de los primeros tiempos hablan a los tiempos que vienen. Brotan de la memoria de los Mayas, pero dicen lo que dicen para que las escuche el mundo, que a los tumbos busca rumbo tanteando en la noche, perdido como ciego en un tiroteo. Y estas voces nos recuerdan que el centro del Universo está en cada uno de nosotros, porque está en cada uno de los frutos que brotan en cada instante del tiempo y en cada lugarcito de la Tierra. Y nos invitan a recrear el hilo roto de la vida, a sanar la violada dignidad de la naturaleza y a recuperar nuestra perdida plenitud." (Por Eduardo Galeano)
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